“La vida no es un cesto de cerezas y hay que hacer un montón de cosas que no deseas hacer y muchas veces no consigues hacer lo que quieres, cuando quieres. Y a menudo, hay que agachar la cabeza y pasar por el aro. Es cuestión de auto disciplina. Enseñara cada uno a enseñarse a si mismo”
/Chris Lawford/

….No, desde luego, mi vida no era un cesto de cerezas.
¿Cómo me he sentido haciendo mi primera mudanza en Madrid? Pues tengo que decir que muy agradecida por tener en este momento un techo encima.
El piso de K tenía 3 dormitorios, así que nos dieron a nuestra disposición uno. Otra vez pusimos el colchón de la basura en el suelo y dejamos las maletas sin deshacer. K me ofreció su ayuda en la búsqueda de una habitación de alquiler. A partir de este día mi trabajo y también el suyo fue encontrar alguna habitación razonable para los tres.
La verdad que convivir con una persona desconocida fue al principio bastante raro, por ejemplo: por las costumbres o comida para K, todo esto parecía muy normal, incluso ciertas costumbres de su marido, aceptó fácilmente y si no fuese por el idioma polaco que intentaba mantener, nunca pensaría que esta chica era de mi país.

A lo largo de la semana no paramos de llamar a las ofertas de alquileres, pero había un problema – mi hija. Nadie quiso alquilar una habitación para tres, como mucho para dos. Encima el marido de mi amiga cada vez mas se sentía incómodo viéndonos en su casa y según mi opinión trataba bastante mal a K, con sus contestaciones irónicas, gritos y portazos de puertas. Ella nunca se quejo, por el contrario me decía que yo me equivocaba sacando falsas conclusiones. Consultándolo con mi amiga A, me enteré que yo tenía razón y que no era mi falta de entender el idioma, simplemente el marido de K era una persona bastante violenta. Hasta hoy, no sé que razones tenía para invitarnos a su casa, pero tal como se comportaba con ella me dio a pensar bastante.
Poco a poco estuvimos perdiendo la confianza de encontrar una habitación, cuando de repente vimos una oferta en barrio de Moratalaz. Decía que alquilaba dos dormitorios, en la 13ª planta. Mi amiga no dudo en llamar. Al hablar en español se entero que por el otro lado del teléfono estaba una mujer polaca. Menudas casualidades en la vida… De hablar en español pasaron a la conversación en polaco. Resulto ser una mujer de cuarenta y tantos años de edad que vivía sola en un piso de cuatro dormitorios y necesitaba alquilar dos de los dormitorios. Al enterarse de que éramos recién llegados y estamos en una situación bastante difícil, nos dijo que fuéramos a verla y ya, allí, hablaríamos de los detalles. Sin pensarlo dos veces fuimos a Moratalaz llevando también mi hija con nosotras.

Mi hija en un parque de Moratalaz.

Abrió una mujer rubia, que se presento como M. Al pasar la puerta vimos un salón enorme con vistas a la autovía M40. La chica nos explico las condiciones del alquiler y nos enseñó las habitaciones. En comparación donde estuve, este piso era precioso y muy, muy normal… había solo un problema bastante grande, el precio y que la chica quiso que alquiláramos los dos dormitorios, “porque vais estar más cómodos” y “la niña debería tener su cuarto por separado”. Intente explicarle que yo no tenía trabajo y del sueldo de mi marido era imposible pagarle las dos habitaciones, que tal solo podíamos alquilar una. Le dije que hablaría con mi marido y, más tarde, le daría una respuesta.

Sabiendo nuestras pocas opciones y lo mal que lo estaba pasando mi amiga con su marido marroquí, decidimos irnos allí. Aquel mismo fin de semana nos mudamos de Opañel a Moratalaz.

Los primeros días en Moratalaz me ocupé en conocer bien el barrio, colocar todas nuestras cosas… Después de la mudanza, las cosas pasaron muy rápido. Mi vida diaria consistía en ayudar en la limpieza de la casa, ocuparme de mi hija, cocinar, etc.

En la habitación de Moratalaz.

En poco tiempo me di cuenta en como era la persona que nos alquilaba las habitaciones. Siempre he pensado que conviviendo con los polacos lo íbamos a tener muy crudo. Polaco con Polaco no era una buena opción. Algunos de nosotros somos muy envidiosos, no soportamos cuando el otro gana más dinero, cocina mejor… Bueno, en general que tenga una vida mejor que la nuestra. Supongo que esto se puede encontrar no dependiendo de la nacionalidad ni de la cultura, pero al final siempre hay algunas características propias para la gente de la misma nación.
M era más mayor que yo, la diferencia de edad era un importante factor en la hora de convivir, su experiencia en España, conocimiento de idioma, etc. Ella siempre sabía todo mejor, incluso como cuidar a mi hija. Poco a poco mi paciencia se agotaba con la historias diarias, peleas por tonterías, aquí de buen ejemplo sirve “como colgar bien la ropa después de lavarla para que no se arrugue demasiado…”. La verdad era como vivir con mi propia madre solo que esta persona no lo era. Era mi casera pero se vinculó tanto en nuestra vida que he perdido la realidad en quien somos para ella. Al principio intenté llevarme bien con ella, callarme y no responder a las tonterías o provocaciones, podéis creerme que esto costaba mucha autodisciplina por mi parte. Mi marido pagaba el doble por el alquiler. Para nuestra disposición había dos habitaciones pero solo una en la realidad estuvimos utilizando. Del sueldo que percibía nos quedaba muy poco dinero para comprar la comida. Recuerdo un mes, que cuando después de pagar el alquiler y los gastos no pudimos hacer ni la compra y quedaba en la nevera solo una botella de leche y un bote de mermelada. Tuve que pedir a mi hermana para que me ayudase prestando dinero o comprándonos la comida para aguantar un mes. Tuve que cocinar solo una vez, para que me sirviera para toda la semana. No se tiraba nada. Pero esto a mi casera no le interesaba, solo me echaba en la cara que no sabía disponer bien del dinero de mi marido.

Cuando pasaron tres meses y con la convivencia bastante difícil, un día decidimos buscar otra habitación mas económica. Nuestro plan se puso en marcha enseguida. Hablé con mi hermana a ver si nos podía echar una mano y buscarnos una habitación entre la gente que conocía. La suerte no nos abandonaba y después de dos semanas mas tarde, mi hermana me llamó para decirme que tenía una habitación libre en un chalet que estaba situado en Boadilla del Monte. Y que no era gran cosa pero que vivía allí una familia polaca que necesitaba alquilar una habitación.

Nuestra estancia en Moratalaz se acabó. Nos esperaba la siguiente mudanza, esta vez a la otra punta de Madrid – Boadilla del Monte.